La vida es a veces complicada, incluso cuando creemos tener todo controlado, va y nos la juega. Esto le sucede a nuestro protagonista.
Esta historia, hasta cierto punto real, se desarrolla en la primera década del siglo XX. Domingo y Soledad tienen dos hijos, Dominguito de 23 años y Emma que en breve cumplirá 20. Los hermanos son muy parecidos aunque también son totalmente distintos. Ambos son bellos y elegantes, muy educados y cultos. Ambos tocan el piano con brillantez y aunque han aprendido el francés en Colombia, al llegar a Francia pudieron comprobar que son casi bilingües. Está claro que la profesora de francés ha hecho una buena labor.
Hasta ahí las similitudes, ahora vale la pena analizar las diferencias que también son notables. Mientras Emma tiene un concepto de la vida y el deber un tanto rígido, cree en el esfuerzo y en el cumplimiento de las obligaciones, Dominguito es un bon vivant, siente que ha venido al mundo para gozar y disfrutar de la vida porque sinceramente cree que lo merece.
Los padres, ricos hacendados colombianos, deciden que como broche de oro a la esmerada educación de sus hijos, bien vale la pena un viaje a Europa, enfocado sobre todo a visitar Francia para que sus hijos puedan practicar su excelente francés y visitar aquellos lugares que para toda la familia son míticos como la Torre Eiffel en París. Quieren que sus hijos asistan a la Opera y visiten el Louvre. Por supuesto, piensan visitar el Santuario de Lourdes y quizá, la Costa Azul. También tienen pensado viajar a España, la tierra de sus mayores.
Domingo toma las medidas necesarias para que la hacienda esté atendida durante los seis meses que prevé durará el viaje. Le propone a su hijo que le acompañe en esta tarea, considera que también es un aprendizaje para cuando Dominguito deba ponerse al frente de La Candelaria que es como se llama la hacienda. Dominguito declina la oferta, le produce un tremendo hartazgo todo lo que se refiere al campo, él es un hombre urbanita y muy sofisticado al que le aburre solo pensar en la recogida de las cosechas o en la venta de algunas reses.
Emma ha escuchado la conversación y como conoce muy bien a su hermano, sabe que no colaborará y que alguien debe aprender para cuando en el futuro su padre no esté. La época y las costumbres no contemplan que una mujer –además muy joven- administre una gran hacienda, pero ella considera que dadas las circunstancias, debe aprender aunque sin provocar ningún cisma.
Comoquiera que su intención no es provocar problemas, Emma le dice a su papá que lo acompañará a La Candelaria porque se ha dado cuenta de que quiere llevar al viaje algunas cosas que tiene en la hacienda. De este modo evita dar mayores explicaciones y seguramente recogerá una muy valiosa información sobre la administración de La Candelaria.
Al volver a su casa en Tunja, Emma piensa que la administración de la hacienda no se aprende en unos días, es un asunto complejo que deberá retomar cuando vuelvan de Europa, si Dominguito continúa con la misma actitud. En cualquier caso, hizo muchas preguntas al mayordomo que respondió con una actitud respetuosa, tuvo la sensación de que este hombre entiende la situación y quiere ser de ayuda.
Mientras tanto, Dominguito se ha ocupado de la preparación de su trousseau (lo que queda más elegante que decir ajuar) para el viaje, aunque quiere vestirse en Paris, hay que pensar en el largo viaje en trasatlántico donde no se puede ir de cualquier manera.
El viaje está organizado y de momento, llegar a la costa parece lo más complicado. Finalmente, optan por ir en vapor por el rio Magdalena hasta llegar al Caribe.
Ya en el puerto, visitan el barco y concluyen que el viaje será agradable. Dominguito y Emma van pertrechados, aparte de ropa, cosmética y colonia, con muchos libros para leer durante la larga travesía.
El viaje a Europa fue menos pesado de lo que los cuatro miembros de la familia temían. Todos iban bien equipados para las largas jornadas de navegación, que en realidad no se hicieron tan largas ya que el trasatlántico disponía de un estupendo programa de fiestas y divertimiento para los pasajeros de primera. El tiempo transcurrió tan rápido que un buen día, muy sorprendidos, divisaron la costa francesa.
Desde el puerto de Le Havre viajaran a París en coche-cama. Todo está concertado y organizado pero se encuentran con un pequeño o gran problema: uno de los baúles debido al peso de los libros se ha roto pero Domingo siempre busca soluciones y, a pesar de que su francés no es tan bueno como el de sus hijos, en el puerto le ayudan a localizar a alguien que arreglará el baúl, lo que permitirá seguir el viaje según lo programado.
¡48 clavos necesitó el carpintero para dejar el baúl como nuevo! Solucionado el problema y tras un día de descanso, toman el tren a Paris. Al llegar a la mítica ciudad de la luz, en el hotel encuentran la carta de una buena amiga de la familia, Luisa que es un poco más joven que la madre de familia y que siempre ha mantenido una relación entrañable tanto con los padres como con los hijos.
Luisa, que recientemente ha enviudado, invita a la familia a su casa en Barcelona. Esta invitación hace que consideren un cambio de planes, quizá podrían desplazarse a Barcelona desde Paris y dejar las visitas previstas a Lourdes y la Costa Azul para cuando regresen a Francia para coger el barco. Esta es una idea que parece complacer a toda la familia por lo que tras una corta estancia en Paris, emprenden el viaje a Barcelona.
Avisan de su llegada a Luisa mediante telegrama y ésta los espera en la estación para conducirlos a su casa en el lujoso automóvil heredado –como todo lo que posee- de su marido. Comoquiera que no es posible que todos vayan juntos en el coche, Luisa propone que en un primer viaje vayan Emma y sus padres con el conductor que regresará para trasladarla a ella y Dominguito con el equipaje.
Emma y sus padres llegan a una magnífica casa, uno de esos edificios peculiares propios de la época modernista ubicada en el Barrio de Sarriá y que en Barcelona denominan torres.
Mientras tanto, Dominguito –deslumbrado por el lujoso automóvil- comienza a mirar a Luisa con otros ojos. Ya no es la amiga de sus padres que con su invitación les ha hecho cambiar de planes, ahora empieza a verla como una amiga ligeramente mayor que él, aunque en realidad le lleve 25 años.
Cuando ambos llegan a la bellísima casa (o torre), Dominguito se queda sin palabras ante la belleza y elegancia del lugar. Comienza a rondarle una idea que no se atreve a verbalizar pero que considera debe madurar.
Inician su estancia en Barcelona acudiendo al Liceo, todos visten sus mejores galas porque el lugar lo merece. La familia está encantada. Barcelona es una gran ciudad que es comparable a las principales ciudades europeas, a orillas del Mediterráneo.
Para Dominguito el Mediterráneo simboliza el paraíso y la cuna de la civilización, de los imperios romano y griego ¿dónde va estar mejor un bon vivant como él? Quiere permanecer ahí y por supuesto con este estilo de vida. Vuelve a rondarle esa idea que le inquieta.
Luisa ya no le resulta ni mayor ni poco agraciada, cosa que pensaba antes de llegar a Barcelona. Decide comentar la inquietante idea con su hermana. Cuando le comunica a Emma que está pensando que no quiere volver a Colombia, que el cuidado de La Candelaria le parece una dedicación un tanto chabacana y que se ha dado cuenta de que detesta ese modo de vida porque realmente él ha nacido para vivir en una ciudad culta como Barcelona, acudir a conciertos y a la opera, vivir en una torre e ir a relajarse a la orilla del mar, Emma se queda en un primer momento, prácticamente sin habla.
Pero en cuanto se recupera, le pregunta de qué va a vivir, cómo va a poder mantener ese ritmo de vida. Está segura de que su padre no va a enviarle ni un centavo y la vida en Europa es cara si se quiere vivir al nivel que él pretende. Aparte de la indignación que le producirá el rechazo de su hijo a atender la hacienda familiar.
¿De qué va a vivir? Emma repite la pregunta y entonces Dominguito le explica que no necesitará que le manden nada porque si se casa con Luisa, tendrá no solo sus necesidades cubiertas, sino sus lujos y caprichos asegurados mientras viva.
Emma no sabe qué decir, cree que su hermano se equivoca al optar por un matrimonio por interés y sin amor. Quiere que Dominguito sea consciente de lo difícil que puede ser la vida al lado de alguien que le lleva tantos años y que alcanzará la senectud cuando él esté aún en la plenitud de la vida. A todo ello Dominguito responde que vivirá como un príncipe toda su vida porque cuando ella fallezca, él será su heredero.
Dado que parece imposible que su hermano cambie de idea, de proyecto de vida, decide no inmiscuirse y dejar que este proyecto siga su curso.
Luisa está encantada al verse cortejada por tan buen mozo que además es culto y elegante. Los padres están anonadados pero no encuentran argumentos para hacer cambiar de opinión a su hijo.
Dadas las circunstancias, los padres han perdido la ilusión por el viaje pero se preguntan si es justo para Emma privarla de ese recorrido que tanta ilusión le hace. Dominguito propone la solución, Luisa y él se casan y a partir de ese momento, sus padres y su hermana vuelven a Francia haciendo el itinerario que habían proyectado. Todos están de acuerdo y tras la boda, la familia se despide de este hijo pródigo.
Emma se siente muy afectada porque a la distancia que la separará de su querido hermano se añade la inquietud por la administración de la hacienda, lo comenta con Dominguito y éste responde que siempre ha pensado que ella está más capacitada que él para administrar esas tierras que forman parte de la historia y la vida de la familia.
También Dominguito le hace ver, tanto a Emma como a sus padres, que el ya será rico para siempre y posiblemente, en unos años vuelvan a verse.
Tras la boda, la despedida es muy triste, tanto para Emma como para sus padres mientras los recién casados respiran felicidad por estar juntos. Luisa porque realmente esta hechizada por Dominguito y él porque ve un futuro sin problemas y colmado de lujo.
Transcurren unos pocos años y la vida nos demuestra que puede jugar una mala pasada al más listo, Dominguito fallece repentinamente y no hicieron falta 48 clavos para sellar su ataúd. Luisa quedo viuda por segunda vez y desconsolada pero la vida sigue a pesar de sus malas pasadas.
Nuestro protagonista lo quiso tener todo y se quedó sin nada.