Si no necesitaras dormir, ¿qué harías con ese tiempo extra?
Cuando era una niña chiquita no quería irme a la cama porque creía que si me dormía, seguro que me perdería algo importante. Al hacerme mayor siempre he tenido la impresión de que todo el tiempo robado al sueño para leer, es tiempo ganado para aprender y disfrutar con los libros. Lógicamente entiendo que a pesar de ser bastante insomne, dormir no sólo es importante sino imprescindible para la salud tanto física como mental. Lo se, lo entiendo pero me es imposible irme a la cama pronto, esas horas de la noche me pertenecen, es un tiempo para mi, para leer o para soñar.
Tengo siempre presente que un objetivo no es un buen deseo. Un objetivo tiene que ser claro y concreto, por ejemplo, si mi objetivo es aprender aleman no lo planteo con un «me gustaría aprender alemán» porque en ese caso sólo se trata de un deseo.
Tengo que plantearme en principio que nivel de aleman quiero alcanzar, si mi objetivo es conseguir un alto nivel, o por el contrario, lo justo para entender y que me entiendan. Una vez definido el alcance del objetivo, es necesario establecer el marco temporal (seis meses, un año…) que debe equipararse al grado de dificultad. También es imprescindible planificar los medios con que cuento, es decir que estoy dispuesta a invertir en tiempo y dinero para lograr el objetivo, en el caso del ejemplo, qué tipo de curso de alemán o si estoy dispuesta a trasladarme a Alemania si es que la intención es lograr un nivel muy alto. En resumen, los pasos a establecer: 1. Definir el objetivo 2. El marco temporal 3. Los medios En caso contrario, no se trata de objetivos sino de brindis al sol.
Para mi la felicidad está compuesta de pequeñas cosas, a veces irrelevantes para los demás, a veces frivolas pero todas importantes para mí. Desde luego son más de treinta pero veamos esas treinta: 1. Comida en familia 2. Bailar sola 3. Leer un libro apasionante. 4. Escuchar música mientras hago ejercicio 5. Meditar 6. Cuidar las plantas del patio 7. Cocinar inventando recetas 8. Mi clase de Pilates 9. Unas risas con mi marido 10. Escuchar la radio 11. Escribir uno de mis libros 12. Corregir el libro de un amigo 13. Viajar 14. Ir de compras 15. Ver una película 17. Caminar por el Retiro 18. Encender una vela 19. Hablar con mi familia colombiana 20. Invitar a los amigos 21. Un bañito en la piscina 22. Acostarme tarde 23. Levantarme tarde 24. Que me hagan la manicura 25. Visitar el Jardín Botánico 26. Asistir a exposiciones 27. Ir a los toros 28. Estrenar un vestido 29. Articular un buen discurso 30. Romper barreras
Siempre he pensado que no existe la felicidad completa y permanente pero sí existen momentos de felicidad, ésta no tiene porqué vincularse a ningún bien material. Claramente el dinero no hace la felicidad pero contribuye a ello. En mi caso, busco la felicidad en pequeños retazos felices. Esos pequeños momentos pueden ser una reunión familiar, un paseo por el Parque del Retiro o una mañana en el gimnasio porque la vida me ha enseñado que no puedo dejarla pasar esperando la felicidad perenne, sino un estado de ánimo puntual.
Parodiando una vieja canción pero en lugar de «si yo fuera rico», «si yo fuera OMNIPOTENTE» porque son tantas las cosas que me gustaría cambiar que el dinero solo no es suficiente. Dejando a un lado lo obvio, es decir todos aquellos deseos formulados en el concurso de Miss Universo: Que desaparezcan la pobreza y el hambre en el mundo Que haya concordia en el mundo Cuestiones que, por supuesto suscribo, me encantaría que desapareciera esa falta de respeto a las convicciones de los demás, porque cada uno de nosotros tiene derecho a pensar como quiera, eso sí, sin tratar de imponerse a los demás. También me gustaría que la buena educación fuera imprescindible para vivir en sociedad Lo anterior se refiere a cambios trascendentales pero y a riesgo de pecar de frivolidad, me encantaría que desaparecieran algunas modas que realmente hacen daño a los ojos y hieren mi sensibilidad. Me refiero a cabelleras de colores imposibles o a las sandalias con calcetines. ¡Tampoco es pedir tanto!
¿Qué estrategias utilizas para sentirte más a gusto en tu vida diaria?
Muchas veces no depende de cada uno el sentirnos felices en el día a día. Las condiciones laborales y económicas la salud y las relaciones familiares tienen un gran impacto en cómo nos sentimos en la vida cotidiana. Hay quien dice que el dinero no hace la felicidad pero no cabe duda que ayuda. Valga como ejemplo, si nuestra casa parece un horno en esta ola de calor, porque a causa de una economía precaria hay que olvidarse del aire acondicionado, desde luego no nos sentiremos a gusto. O si el hacer la compra es como adentrarnos en una película de miedo, tampoco nos sentiremos a gusto, aunque nos cuenten que la economía va como una moto. Por otra parte, si disfrutamos de una economía medianamente saneada, que nos permite vivir sin agobios por cuestiones de dinero pero la salud no para de darnos sustos, es imposible sentirse a gusto. Ahora bien si a pesar de tener la economía medianamente controlada y estar «sano como una manzana» pero… o bien, no tenemos una relación sentimental satisfactoria o la familia es como un grano pues tampoco nos sentiremos felices, También hay que considerar que aquello de «más vale solo que mal acompañado» es una verdad a medias, la soledad elegida puede ser una bendición mientras que la soledad no buscada puede ser como una losa que nos impide cualquier atisbo de felicidad.posible. En resumen, para estar a gusto tenemos que cuidar la salud física y mental, mantener unas relaciones familiares y sociales fluidas, aunque toque tragar un sapo de vez en cuando. También es imprescindible ser más o menos frugales en la medida que lo permita nuestra economía. Por último, pero no por ello menos importante, la influencia de la vida laboral en nuestro bienestar, es capital y salvo que hayamos sido tocados por la fortuna y tengamos el trabajo ideal, todos tenemos que esforzarnos y aguantar en ciertos momentos porque hay que comer. Esta reflexión parece un tanto pesimista pero la realidad es que si asumimos las dificultades y valoramos lo bueno que tenemos y somos positivos, puede que haya momentos en los que no estemos del todo contentos y otros en los que estemos muy pero muy a gusto y esos momentos son los que hay que disfrutar a tope.
Entonces Rubén se encontró con Maria a la que no había visto desde hacía mucho, mucho tiempo. Poco a poco fueron retomando su relación. Pero, lamentablemente, no todo era amor y felicidad. Rubén se había convertido en un celoso paranoico cuyo único objetivo parecía ser controlar a Maria todas las horas del día, todos los días de sus vidas. Siempre preguntando a Maria a qué hora se fue a dormir, qué comió o cenó, con quién habló o por qué llevaba esa falda tan corta o ese maquillaje tan llamativo. A María, en un primer momento, le hizo gracia tanta curiosidad pero poco a poco se fue dando cuenta de la obsesión de Rubén por controlar sus costumbres, sus gustos, sus amistades y hasta sus pensamientos y recordó aquella canción que decía No controles mi forma de vestir…. No controles mi forma de pensar... Maria quiere a Rubén pero así no quiere vivir. Deberá decidir qué quiere y cómo desea vivir
Cuidar de tí misma implica como mínimo llevar una vida ordenada con una alimentación sana, un mínimo de ocho horas de sueño cada día, ejercicio adecuado para cada edad, actividades sociales e intelectuales gratificantes y a poder ser, exenta de preocupaciones. Sin embargo a lo largo de la vida siempre parece que las circunstancias hacen que tengamos que ocuparnos de los nuestros y a veces debemos hacerlo hasta la extenuación. El cuidado de los nuestros -hijos, padres nietos y demás familia- puede ser una tarea gratificante aunque muy exigente y a veces agotadora. Muchas veces nos mantiene tan ocupados que nos olvidamos de nosotros mismos y entonces surge la pregunta ¿quién cuida al cuidador?
Es difícil decidir qué me apasiona porque quizá tengo muchas, aunque se que mi principal pasión es sentirme rodeada de los míos. Sentir su cariño y proximidad y compartir cosas con ellos, saber que puedo cuidarlos y ser cuidada por ellos, todo de forma muy sencilla y sin forzar.Que estemos juntos porque nos apetece y lo pasamos bien, jamás por obligación sino por amor. Aunque lo anterior es innegable, también tengo otras pasiones que podrían denominarse menos trascendentales, o no, como por ejemplo los libros. Me apasiona la lectura y no un tipo específico de literatura, da igual si se centra en los más serios tratados filosóficos o históricos o en cuestiones mucho más frívolas. Yo me lo quiero leer todo. Mi biblioteca es absolutamente heterogénea, va desde el ensayo más sesudo a la novela policíaca o el cómic. También da igual que sea en español o en inglés y sí, me siento frustrada porque mi francés no es lo suficientemente bueno como para poder leer a mis autores preferidos en su idioma. Otra de mis pasiones es, sin duda, la cocina y como me sucede con la lectura, soy muy poco ortodoxa. Da igual cuantas veces prepare una receta, siempre y sin querer o queriendo, añadiré o cambiaré algún ingrediente o técnica para innovar o mejorar ese plato tantas veces repetido pero que siempre será diferente. En fin, releyendo lo escrito, soy consciente de que soy parecida en mis pasiones a resto de la gente aunque quizá un poco más heterodoxa, aunque sin pasarme.
Todos queremos tener muchos amigos y ser muy valorados por ellos aunque, habitualmente lo que sucede es que tenemos muchos conocidos pero solo un grupo reducido de verdaderos amigos. Y ¿qué valoramos más que nada en este grupo selecto de allegados? Creo que valoramos sobre todo la lealtad. Un amigo leal no es el que siempre nos da la razón; tampoco es aquella persona que nos elogia hagamos lo que hagamos. Por el contrario, un verdadero amigo en algún momento puede hacernos ver realidades incómodas. Tampoco nos alabará sin límite o sin motivo. Un verdadero amigo nos ayudará a crecer y aprender, nos dará su apoyo cuando sea necesario y siempre estará ahí para nosotros. Realmente, si lo que queremos es fidelidad, los perros son fieles y lo apreciamos pero si queremos una gran amistad, la lealtad es primordial y tiene que ser recíproca.
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